Las enfermedades no transmisibles son la causa principal de enfermedad y muerte prematura y evitable en la Región de las Américas. Su pesada carga social y económica, especialmente el marcado aumento de los gastos de tratamiento, menoscaba el bienestar individual y familiar y amenaza con obstaculizar el desarrollo social y económico. Actualmente, la prevalencia de enfermedades crónicas va en aumento no solo en Colombia, sino también a nivel internacional, lo cual genera impacto en las poblaciones, y, por ende, en el sistema de salud, económico, familiar y político de los países. De esta manera, un aspecto que toma gran relevancia y urgencia para el abordaje de las enfermedades crónicas, es el de adherencia. De forma particular, se requiere que quien vive con una enfermedad crónica, sea adherente, no solo a lo farmacológico sino también a lo no farmacológico, dado que se requiere un abordaje integral que de manera significativa disminuya la morbimortalidad y mejore la calidad de vida y bienestar de las personas.
Procurar una visión holística en el manejo de las personas con enfermedades crónicas, puede aumentar sus posibilidades de mejoría, por ello, pensar en ofrecer un manejo integral para el control de la enfermedad en el cual la adherencia terapéutica tenga una destacada importancia. Intervenir en la adherencia genera un mayor control y pronóstico de la enfermedad, disminuye morbimortalidad, contribuye a mejorar la calidad de vida, reduce los reingresos hospitalarios y favorece la funcionalidad en los diferentes contextos en los que está el paciente. Si no se interviene en adherencia se genera un aumento de las intervenciones, hospitalizaciones y tratamientos de alta complejidad a consecuencia de complicaciones generadas. Según la OMS (2004), la interrupción o abandono de una terapia encarece al menos en un 20% los costos de la salud pública.