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Mitigar enfermedades cardiovasculares en los nacidos con bajo peso, es posible

Mérida Rodríguez

Creado por: Juan Carlos Prado

En los años 90, un epidemiólogo demostró que las áreas de Inglaterra con mayor mortalidad cardiovascular en adultos, habían tenido mayores incidencias de nacidos con bajo peso, años antes. Así surgió la hipótesis de la programación fetal: determinadas condiciones que afectan al bebé dentro del vientre materno, podrían condicionar un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares en su adultez. Posteriormente, investigaciones lideradas por un grupo del Hospital Clínic y la Universidad de Barcelona, mostraron que el corazón del feto y el de los niños a los 5 años que habían nacido con bajo peso para la edad gestacional, tenían una forma más redonda y alteraciones subclínicas en la función cardiaca, comparados con aquellos que tenían un peso fetal adecuado.  

Los hallazgos 

Quedaba por investigar si estas alteraciones relacionadas con el bajo peso, persistían en etapas posteriores de la vida o si había alguna oportunidad de mitigarlas. Mérida Rodriguez y el equipo en Barcelona diseñaron un programa de investigaciones para comprender la dinámica de estos cambios en diferentes etapas de la vida. Se compararon las ecocardiografías de preadolescentes, con y sin restricción del crecimiento fetal y observaron que los cambios descritos en la vida intrauterina y en la infancia persistían en esta etapa. Luego, al comparar las resonancias magnéticas cardiacas de adultos jóvenes con y sin el antecedente de bajo peso, observaron cambios más sutiles que los reportados previamente, concentrados fundamentalmente en el ventrículo derecho. Sin embargo, los resultados de la prueba de esfuerzo mostraron una menor respuesta cardiopulmonar expresada en una menor capacidad para hacer ejercicio físico. Adicionalmente, en aquellos con el antecedente de bajo peso que además eran obesos o fumaban, los cambios eran mayores. Estos hallazgos fueron publicados en JAMA Cardiology, una importante revista médica internacional. 

Mérida Rodríguez pudo también comprobar que aquellos niños con bajo peso que habían lactado por más de 6 meses y tenían una alimentación sana (alimentos ricos en ácidos grasos polinsaturados como el salmón, la trucha y algunas nueces), lograban mitigar los cambios cardiovasculares y se parecían más a aquellos que nacieron con peso adecuado. También lograron identificar un grupo en particular que nacía con pesos muy bajitos y antes de tiempo, cuyos corazones mostraban más cambios: eran más grandes, las paredes eran más gruesas, la función estaba más alterada y en la vida postnatal tenían presiones arteriales más elevadas. Entonces, se pudo focalizar aquellos casos que requerirían un seguimiento postnatal más cercano y que se beneficiarían mucho de una alimentación sana desde la infancia, sin exceso de peso y sin cigarrillo.  

Estos resultados muestran que la salud cardiovascular empieza antes de nacer, y que es posible mitigar los efectos que sobre ella tiene el bajo peso, con estilos de vida saludables desde la infancia. También apuntan a posicionar la perspectiva de curso de vida en las acciones de prevención individuales, familiares y de salud pública.  

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